2006-02-17 |
El secreto |
Pasan la vida solas, haciéndose compañía, juntas sin estorbarse, necesitándose sin alterarse. La relación perfecta: suficientemente lejos para girar con libertad, suficientemente cerca para no extrañarse. Ambas rojas en el mismo entorno y ambas completamente distintas y ajenas. Dos sillas que se susurran al oído 'quieros' absurdos, incumplibles; fríos anhelos de metales densos. Se giran y se encuentran dándose roces de rodillas extranjeras mientras se besan a suspiros. Se entrelazan sus raíces y se cuentan uno a uno los lunares desnudos. "¡Cómo quisiera apoyar con mi hombro tu cabeza!" Nadie les ha explicado el amor pero lo entienden. Lo viven cada viernes y martes y domingo. Cada vez que el tísico Jorge se inventa a Neruda y la diáfana Estela siente que Sabines se le cuelga por los poros. No lo conocen, lo saben; juegan sus tragedias y se enjugan sus lágrimas: las del cuarteto amoroso, que se sienta donde mismo cada noche, sin siquiera imaginarlo, amándose sin amarse, engañándose a sabiendas, girando el inefable círculo de la vida. No saben que existe, mas viven de él, de servirle de asiento –dulce ironía–. Se sirven de él para unirse para abrazarse a través del silencioso canto de un Pedro Sabina taciturno al oído de una incauta FlorSilvestre Parra. Se inventan cada mañana un pretexto nuevo para café. Se aprenden cada noche una mágica excusa para dormir juntas sin estar unidas, para quedarse unidas sin estar atadas. Nadie les ha explicado el amor, pero se aman, como los amantes que creen saberlo, saber que se aman por ignorarlo. Se aman. No lo saben, lo entienden. Se aman porque son el secreto y el silencio. |
posted by Ana Torri @ 2/17/2006 05:08:00 p.m.
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